Una mala amiga
A veces siento que no soy la mejor amiga que alguien pudiera desear. Bueno, considerando que si tengo un par de amigas es mucho decir.
En mis años de vida siempre he tenido alguna persona a la cual he llamado amiga, aunque de aquellas amistades hoy no queda ninguna. Pero en su momento había algo que teníamos en común y eso ayudaba a enmascarar mi inmadurez social.
Sin embargo, nunca fui una amiga promedio. Ya saben, alguien para platicar de cualquier cosa, alguien para salir de compras, alguien para tomar el café, alguien para hablar de chicos… ¿escuchaba? sí, y mucho; pero nunca conversaba pues mi mundo siempre ha sido muy diferente al de cualquier persona. Pero en realidad eso ya no me preocupa ni agobia. Hoy entiendo por qué todo intento de amigar con alguien ha fracasado.
Sin embargo, en mi presente sigo sintiendo que no soy una buena amiga, una amiga ‘‘normal’’. No salgo, a menos que sea con mi familia; no me gusta ir acompañada de nadie más que de mi mamá cuando quiero comprar algo; no me interesa ir a un café para platicar; no hablo de chicos a menos que esos chicos sean One Direction… y aún así un par de personas quieren mi amistad. Y diría que es genial porque me aceptan tal y como soy. Pero aún así no me siento suficiente.
No sé preguntarles sobre cosas de su vida, si me cuentan algo ¡qué bien! Y si no, difícilmente les haré conversación. Contar cosas sobre mí es algo que solo sucede si me preguntan específicamente sobre algo. Y eso que son personas con las que es una amistad más de internet que personal y se supondría que al tener la facilidad de comunicarme por escrito podría tener mejores herramientas de comunicación que las que (no) tengo hablando. Pero no es así.
Además de que hay veces que no me siento con el ánimo para conversar, simplemente no me salen las palabras. Los ‘emoticones’ suelen ser de gran ayuda para mí porque cuando no sé qué escribir simplemente pongo una ‘carita’ y salvo el momento; pero pronto siento que me me vuelvo monótona y no sé si la otra persona nota mi falta de conversación. Entonces me siento mal porque no soy la amiga que esa persona merece.
Y en realidad no tengo mucho interés en socializar, muchas veces siento que no me gusta la gente; pero sí hay personas a las que estimo y quisiera poder ser una mejor compañía para ellas.
